Del 28 de mayo al 30 de junio de 2015, Enric Madrenas expone su proyecto fotográfico sobre los naufragios Fe2O3 en el Centre Cívic Joan Maragall de Sant Just Desvern, en el marco del Juny Fotogràfic.

El record de l’oblit
Vivimos a menudo episodios de olvido. Recordamos lo que vemos y olvidamos rápidamente lo que dejamos de ver. Es lógico, habitual y nos pasa con las personas y los objetos.
En el momento en el que cualquier gran objeto creado por el hombre abandona el medio aéreo para pasar a un medio acuático lo llamamos pecio.
A partir de este momento empieza por si mismo un proceso que le llevará al inevitable olvido en la oscuridad del mar si la historia no ayuda a recuperarlo.
La historia no es más que una recopilación de episodios pretéritos de lo sucedido que recupera todo aquel que tiene ganas de hacerlo.
Las guerras son una fuente inagotable de tragedias. Estamos cansados de ver en películas o documentales bélicos como personas, ejércitos y maquinaria de guerra se pierden en el transcurso de la misma.
Todos recordamos casos como el Titanic, el Bismark, el Thistlegorm y muchos otros no tan conocidos. Sin duda hay una implícita tragedia asociada a estos hechos que sólo la historia bien escrita puede ayudarnos a recordar. Pero algunos de ellos gozan de un status especial y son recordados a lo largo del tiempo por la importancia de su particular tragedia. A menudo la industria de la ficción se encarga de mantener vivos algunos de estos episodios bélicos.
La guerra en el mar todavía tiene un punto añadido de dramatismo ya que todo desaparece bajo las aguas.
Desgraciadamente, la historia nos enseña cuáles son los resultados cuando los hombres se pelean entre sí y dejan fluir sus reacciones más primarias donde la vida no tiene ningún valor.
Las víctimas, si las ha habido, ya no pueden explicarnos qué ocurrió. Pero cada chapa, cada mampara, cada fuselaje o cada objeto de un barco o avión hundido nos dicen cosas, se comunican con el esporádico espectador sobre qué pasó ese día en el que este gran ingenio mecánico inventado por el hombre que tantos esfuerzos costaron, vio parada su vida en pocos momentos.
El blanco y negro ayuda a reforzar el dramatismo inherente de estas vivencias submarinas acercándonos a la monocromía obligada de un medio acuático. También la luz natural nos permite ver estos pecios tal como quedaron un día, el día en que su actividad cesó, sin muchas aportaciones de luz artificial que distorsionan la realidad sumergida.
Les invito pues a compartir con este recorrido visual algunas de las experiencias submarinas más atractivas vividas por mí. No los podré facilitar por ello la inenarrable sensación de ver nacer y crecer de la nada la figura del pecio a medida que uno abandona la superficie y se adentra en cotas más profundas.
Compartir